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Vía |
En la penumbra gris,
uno, dos, uno, dos,
los árboles se inclinan
y susurran.
El orballu pesado,
gotea entre las ramas,
uno, dos, uno, dos,
que escoltan el sendero.
Pisamos la gravilla,
uno, dos, uno, dos,
alfombrada sin ver apenas
más allá de un palmo.
Y de repente,
ya ha amanecido,
uno, dos, uno, dos,
aunque sigue nublado.
Los peregrinos,
uno, dos, uno, dos,
camino de Santiago.